Pentecostés, unidad con diversidad… pero el diablo quiere enfrentamiento e ideología, dice el Papa

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Pentecostés, unidad con diversidad… pero el diablo quiere enfrentamiento e ideología, dice el Papa
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Roma, Italia, 25 de mayo de 2021 (Agencias).- ¿Cómo conjuntar la diversidad y la unidad? Ha sido siempre el gran tema de la Iglesia, que habla todas las lenguas, vive en todas las culturas, recorre todas las épocas, se expresa en distintos ritos y liturgias, pero tiene un mensaje perenne, un Señor, un Salvador, una doctrina, que se encarnan en muchos estilos.

Este es el tema de Pentecostés y así lo ha presentado el Papa Francisco, advirtiendo que “el enemigo” (el diablo) “quiere que la diversidad se transforme en oposiciones, y por eso les hace dirigirse hacia las ideologías. Decid no a las ideologías, sí al juntos”.
“si escuchamos al Espíritu, no nos centraremos en conservadores y progresistas, tradicionalistas e innovadores, derecha e izquierda”.

El Espíritu Santo, también llamado el Paráclito, “impulsa a la unidad, a la concordia, a la armonía en la diversidad. Nos hace ver como partes del mismo cuerpo, hermanos y hermanas entre nosotros. ¡Busquemos el todo!”.

“La Iglesia no es una organización humana. Es humana, pero no es solo una organización humana. La Iglesia es el templo del Espíritu Santo”, insistió.

La Misa de Pentecostés de este domingo por la mañana ha contado con un aforo reducido, aunque se ha ocupado la nave principal con las debidas distancias entre asistentes, que debían llevar mascarilla.

El papa Francisco ha vuelto a presidir la eucaristía desde el altar papal, bajo el baldaquino, en la basílica de San Pedro. Como un signo de Pentecostés y sus lenguas, ha habido partes de la misa en idiomas distintos al latín y el italiano.

En su homilía, el Papa Francisco invitó a preferir los consuelos del Espíritu Santo a los consuelos caducos mundanos, “las consolaciones terrenas, que desaparecen pronto”.

“Jesús nos ofrece hoy la consolación del cielo, el Espíritu, el consolador perfecto. ¿Cuál es la diferencia? Las consolaciones del mundo son como los analgésicos, que dan un alivio momentáneo, pero no curan el mal profundo que llevamos dentro. Evaden, distraen, pero no curan las raíces. Calman superficialmente, en el ámbito de los sentidos y difícilmente del corazón”.

Señaló que “sólo quien nos hace sentir amados tal y como somos da paz al corazón. El Espíritu Santo, el amor de Dios”. “Es la ternura misma de Dios, que no nos deja solos; porque estar con quien está solo es ya consolar”.

El diablo primero te halaga y después te tumba

Advirtió contra el engaño del diablo que “primero nos halaga y nos hace sentir invencibles, así actúa así el diablo: nos hace crecer la vanidad. Después nos echa por tierra y nos hace sentir inadecuados. Juega con nosotros. Hace todo lo posible para que caigamos, mientras que el Espíritu del Resucitado quiere realzarnos”.

Así se sentían los Apóstoles antes de la venida del Espíritu Santo: “estaban solos y perdidos, tenían las puertas cerradas, vivían en el temor y ante sus ojos estaban todas sus debilidades y sus fracasos. Sus pecados. Habían renegado de Jesucristo, todos. Los años pasados con Jesús no los habían cambiado. Continuaban siendo los mismos”.

“Después recibieron el Espíritu y todo cambió, los problemas y los defectos siguieron siendo los mismos, pero, sin embargo, ya no los temían y tampoco temían a quienes les querían hacer daño. Se sentían consolados interiormente y querían difundir la consolación de Dios”.

Nosotros podemos ser paráclitos, transmitir el consuelo de Dios

Francisco invitó a dar “un paso adelante. También nosotros estamos llamados a dar testimonio en el Espíritu Santo, a ser paráclitos, consoladores”. Porque “el Espíritu nos pide que demos forma a su consolación”, “no con grandes discursos, sino haciéndonos próximos; no con palabras de circunstancia, sino con la oración y la cercanía”.

El Pontífice definió al Paráclito como “el Abogado” porque “no nos remplaza, sino que nos defiende de las falsedades del mal inspirándonos pensamientos y sentimientos. Lo hace con delicadeza, sin forzarnos. Se propone, pero no se impone”.

En cambio, “el espíritu de la falsedad, el maligno, trata de obligarnos, quiere hacernos creer que siempre estamos obligados a ceder a las sugestiones malignas y a las pulsiones de los vicios”.

Tres propuestas propias del Espíritu Santo

Francisco invitó a acoger “tres sugerencias típicas del Paráclito”, “tres antídotos básicos contra sendas tentaciones, hoy difusas”.

En primer lugar, el Espíritu Santo sugiere “vive el presente”. “El presente, no el pasado o el futuro. El Espíritu nos recuerda la gracia del presente. No hay otro tiempo mejor para nosotros. Ahora, justo donde nos encontramos, es el momento único e irrepetible para hacer el bien, para hacer de la vida un don. ¡Vivamos el presente!”.

A continuación “el Paráclito aconseja ‘busca el todo’. El todo, no la parte. El Espíritu no plasma individuos cerrados, sino que nos constituye como Iglesia en la multiforme variedad de carismas, en una unidad que no es nunca uniformidad. El Paráclito afirma la primacía del conjunto. Es en el conjunto, en la comunidad, donde el Espíritu prefiere actuar y llevar la novedad”.

Finalmente, el tercer gran consejo del Espíritu es poner a Dios “antes que tu yo”. “Es el paso decisivo de la vida espiritual, que no es una serie de méritos y de obras nuestras, sino humilde acogida de Dios. El Paráclito afirma el primado de la gracia. Sólo si nos vaciamos de nosotros mismos dejamos espacio al Señor; sólo si nos abandonamos en Él nos encontramos a nosotros mismos; sólo como pobres en el espíritu seremos ricos de Espíritu Santo”, concluyó su homilía el Papa Francisco.

El Espíritu se sale de nuestros esquemas

Después de la misa de Pentecostés, el Papa Francisco dirigió el rezo del Regina Caeli desde la ventana de su estudio que da a la Plaza de San Pedro y predicó sobre el Espíritu Santo a los fieles allí reunidos.

Explicó que el Espíritu Santo “nos hace nuevas criaturas” como lo hizo en Pentecostés con los Apóstoles, “supera todas nuestras vacilaciones” y “comunica a diferentes personas”, realizando así “la unidad y universalidad de la Iglesia”.

Comparó al Espíritu con “viento fuerte y libre” que “cambia el corazón”, “derriba nuestras defensas” y “desmantela nuestra falsa jerarquía de valores”.

El Espíritu, como el “viento impetuoso” que impactó a los apóstoles, es libre, no se puede controlar, detener ni medir; ni predice su dirección. No se deja enmarcar en nuestras necesidades humanas, en nuestros patrones y en nuestros prejuicios.

El Espíritu “procede de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo” y estalla sobre la Iglesia y, por tanto, sobre cada uno de nosotros, “dando vida a nuestra mente y corazón”. Porque, como rezamos en el Credo: “Él es Señor y da vida”.

El Señor, dijo el Papa, sabe llegar hasta nosotros y abrir las puertas de nuestro corazón. Él envía al Espíritu Santo sobre nosotros que nos envuelve y supera todas nuestras vacilaciones, derriba nuestras defensas, desmantela nuestras falsas certezas.

“El Espíritu cambia el corazón, ensancha los ojos de los discípulos” y “los hace capaces de comunicar las grandes obras de Dios a todos”, superando “las fronteras culturales y religiosas dentro de las que estaban acostumbrados a pensar y vivir”.

Les permite llegar a los demás respetando sus posibilidades de escucha y comprensión, en la cultura y el idioma de cada uno. En otras palabras, el Espíritu Santo comunica a diferentes personas, reconociendo la unidad y universalidad de la Iglesia. El Papa comparó eso con lo que pasa cuando en la Iglesia hay pequeños grupos que siempre intentan desprenderse de los demás.

La última oración propuesta por el Papa a la Virgen María fue “interceder para que el Espíritu Santo descienda en abundancia y llene el corazón de los fieles y encienda en todos el fuego de su amor”.

Tras el Regina Coeli, el Papa encomendó la situación en Colombia, “que sigue siendo preocupante”. “Rezo para que el amado pueblo colombiano sepa acoger, a través del diálogo serio, y encontrar soluciones justas a los múltiples problemas que sufren, especialmente los más pobres”. “Exhorto a todos a evitar comportamientos dañinos para la población, en el ejercicio de su derecho a la manifestación pacífica”, recalcó.

El Papa también pidió oraciones por los habitantes de Goma, en Congo, tras la erupción de un volcán, y recordó a los fieles católicos de China, que mañana celebran a María Auxiliadora, pidiendo “acompañar a nuestros queridos hermanos chinos, a quienes llevo en el corazón” y les pidió ser “portadores del gozoso anuncio de bondad caridad y constructores, en su patria, de justicia y de paz”.

Francisco también recordó a los salesianos, “que trabajan mucho y bien en la Iglesia”, y a los que participaron en el Año Laudato Si, que concluye mañana. “Escuchemos el grito de la Tierra y de los pobres”, señaló, anunciando la creación de una plataforma “Laudato Si”, que durará siete años y guiará a distintos grupos y asociaciones, para “asumir un estilo de vida sostenible”.

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